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Vivir tanto tiempo como sea posible es la máxima expectativa de gran parte de la población humana. La muerte, sin embargo, sigue acechando mientras se busca la cura de numerosas enfermedades para las que, hasta el momento, no se ha desarrollado solución posible. Mientras esto ocurre, parece que la criopreservación (o criogenización) de personas –la congelación tras la muerte– se ha convertido en la única esperanza para, tras fallecer, poder volver a la vida en el futuro.

Un grupo de investigación de Valencia ha diseñado una herramienta que permite aplicar técnicas de Inteligencia Artificial al desarrollo de servicios de movilidad en urbes inteligentes. De planificar rutas, a conocer los sentimientos en un barrio.
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