PILAR CARO, DIRECTORA DE CONEXUS, PUBLICA UN NUEVO ARTÍCULO EN EL DIARIO LAS PROVINCIAS

PILAR CARO, DIRECTORA DE CONEXUS, PUBLICA UN NUEVO ARTÍCULO EN EL DIARIO LAS PROVINCIAS

Pilar Caro
He conocido de primera mano el gran vínculo que se desarrolla con los animales y puedo dar fe de que, sin duda, son seres sintientes

Puede que hayas oído hablar de la percepción selectiva. Este tipo de distorsión o sesgo cognitivo es muy común, nos pasa o nos ha ocurrido a todos en algún momento. Está relacionada con nuestra forma de captar las cosas y con nuestras expectativas. Por ejemplo, hablas con un amigo de lo difícil que es encontrarte un coche rosa y ese mismo día ves uno, o cuando una persona te cuenta que va a ser madre, esos días sólo ves embarazadas a tu alrededor.

Cuando le pones el foco de tus pensamientos o la atención a cualquier tema, acabamos direccionando nuestros sentidos y desatendiendo gran parte del resto de información circundante.

Eso me pasa a mi últimamente con las noticias relacionadas con los animales, en concreto con los perros. Hace dos años decidí participar en un maravilloso programa que tiene hace muchos años en marcha la Fundación Perro Guía de la ONCE. Me embarqué, en plena pandemia, en la aventura de adoptar a un cachorro de perro labrador de casi tres meses. Mi contrato con la Fundación Perro Guía me comprometía a socializar y a educar al perro durante aproximadamente un año bajo su supervisión e indicaciones. Mi compromiso en la primera fase de la educación de Uno, que así se llama el perro, consistía en que estuviera el mayor tiempo posible conmigo, como posteriormente tendría que estar con el ciego asignado. Uno tenía que dormir a mi lado de la cama y acompañarme a todas partes: a mis reuniones y comidas de trabajo, me esperaba fuera de la ducha, venía al mercado y a la farmacia conmigo, viajaba en metro, en autobús, tren o taxi a mi lado. También venía al médico y, por supuesto, no se ha perdido ninguna boda, bautizo y comunión. El objetivo acostumbrado a desenvolverse en todos los espacios y situaciones que el invidente podría frecuentar o vivir. Tras el año que convivió con nosotros, Uno volvió a la Fundación Perro Guía para seguir con su formación de mano de los grandes profesionales con los que cuentan, si ningún problema físico o comportamental lo impedía.

Durante ese segundo año de formación, seguíamos disfrutando de él unos días siempre que no tenía entrenamiento. Teniendo en cuenta que antes de acoger a Uno mi relación con los perros había sido escasa, he de reconocer que mi percepción y relación con el mundo animal ha cambiado exponencialmente. Por supuesto, he conocido de primera mano el gran vínculo que se desarrolla con los animales y puedo dar fe de que, sin duda, son seres sintientes, con los que te comunicas a través de otros códigos además del lenguaje. Desde la pandemia se ha multiplicado o triplicado el número de perros que veo por la calle, pero ya no es sólo mi percepción selectiva. Nuestra sociedad está cambiando. Hace unas semanas, la red española de identificación de animales de compañía hizo públicos unos datos que confirman que hay 13 millones de mascotas registradas, de las que aproximadamente nueve millones son perros, duplicando así el número de niños de hasta 15 años en España. Obviamente son muchos los factores que han concatenado esta situación, que ha venido para quedarse e incluso agravarse. Cada vez son más parejas las que no tienen hijos, porque no pueden o porque no quieren, pero hay muchas más que han decidido tener ‘perrhijos’, creando así una familia interespecie. El descenso de la natalidad en España es un hecho tangible y un perro, por supuesto, no es un hijo, pero sin duda ocupa un lugar parecido en estos nuevos modelos de familia. No es un tema de religión ni de filosofía, es una cuestión de afecto.

Y en esto hablo ya en primera persona, porque Uno ha sido desestimado como perro guía después de las últimas pruebas y se ha incorporado a mi núcleo familiar como miembro de pleno derecho. Ahora me encuentro con un perro excepcionalmente educado que ya no puede entrar conmigo al supermercado, ni a algunos restaurantes a los que antes me acompañaba, ni a gran parte de los hoteles de este país, ni que decir al tren o al autobús porque pesa más de 10 kg. De un día a otro ha pasado a ser un perro que tenía superpoderes porque entraba en todas partes a ser un perro que por ser muy grande para muchos espacios públicos y establecimientos privados es un problema para ellos En este punto, tengo que aplaudir la apuesta de Renfe porque además de ampliar su finalidad de servicio público han sabido leer este cambio social y se han abierto a ese nuevo nicho de negocio permitiendo que los perros grandes puedan viajar en el AVE Madrid-Barcelona, aunque por ahora sólo es una prueba piloto o experimental. Yo pongo velas para que la prueba sea satisfactoria y en unos meses pueda viajar yo con Uno a Valencia, Castellón o Alicante. También aplaudo a Baleària, que permite viajar con tu mascota a las Islas. Así que gracias a ellos percibo ciertos brotes verdes.

He de reconocer que mi percepción y relación con el mundo animal ha cambiado exponencialmente

Entiendo que no a todas las personas les gustan los perros y que hay muchas personas que tienen problemas de aler- gias pero podemos encontrar soluciones entre todos para seguir conviviendo en armonía siempre que no falte el respeto, la educación y el sentido común. Muchos países europeos nos llevan mucho adelanto en estas cuestiones cívicas, quizás sólo tengamos que analizar las mejores prácticas e implementarlas

Este artículo fue publicado el 8 de octubre en el diario Las Provincias




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