El metaverso, el nuevo gran experimento mundial

Metaverso

El metaverso, el nuevo gran experimento mundial

18/03/2022.- «Estamos inmersos en una carrera en la que sentimos que la tecnología cada vez nos saca más ventaja y nosotros corremos detrás siempre con la sensación de estar llegando tarde»

Pilar Caro, directora de Conexus, reflexiona con este artículo sobre el metaverso, esa nueva realidad virtual que nos plantea algunas cuestiones: Desde las posibilidades y beneficios personales y profesionales que puede aportarnos hasta los riesgos que hemos de tener en cuenta:

“Últimamente no hay reunión ni comida que se precie en la que no se hable del metaverso. Es una de esas palabras ‘buzzword’ (término de moda) que despiertan tanto interés como estupefacción por partes iguales.

Desde el remonte de la crisis de las punto.com y la popularización de las criptomonedas estamos inmersos en una carrera en la que sentimos que la tecnología cada vez nos saca más ventaja y nosotros corremos detrás siempre con la sensación de estar llegando tarde. Y, sobre todo, muchos pensamos que hemos perdido grandes oportunidades. ¿Y si hubiera creído en la utilidad empresarial de las redes sociales? ¿Y si hubiera comprado criptomonedas hace 10 años? ¿Y si? ¿Y si hubiera dado valor a ideas que ahora están cambiando nuestra concepción de ver y relacionarnos con el mundo?

Si unimos esta concatenación de suposiciones al hecho de que a nadie le gusta quedarse rezagado, se crea el caldo de cultivo perfecto para lanzarnos a los brazos de la tecnología sin la necesaria reflexión ni protección jurídica.

Uno de los últimos cantos de sirena de la tecnología es el metaverso. Prácticamente sin saber ni qué es ni para qué sirve todo el mundo quiere estar allí: empresas de alimentación, de ropa deportiva, casas de subastas de arte, constructoras, universidades, programas de televisión, equipos de fútbol… Nadie quiere perderse explorar las oportunidades económicas que ofrece esta nueva realidad inmersiva a costa, por supuesto, de nosotros y de nuestra necesidad de experiencias cada vez más voraz.

El metaverso es una especie de ágora virtual en el que realizar transacciones de todo tipo sin movernos de nuestra casa. Para ello sólo necesitamos acceder desde un ordenador o con unas gafas virtuales. Es tan sencillo como crearnos un avatar en cada una de estas plataformas porque por ahora no podemos crear un avatar único que interaccione en todas ellas, y a través de él lanzarnos a la aventura de sentir experiencias que ni hubiéramos imaginado hace unas décadas.

Hace ya 15 años, Secondlife intentó iniciar la carrera virtual en la que estamos inmersos, pero tras unos años de popularidad fue decayendo.

Actualmente hay ya bastantes plataformas de metaverso que han tomado su testigo, pero una de las más populares es la de la empresa de Mark Zucherberg, Meta. De hecho, esta semana ha anunciado que ha elegido España concretamente Madrid, para crear su centro especializado en tecnologías del metaverso, lo que puede llegar a dar trabajo a más de dos mil personas en los próximos cinco años. Sin duda, una nueva industria emergente que consolida la economía de la experiencia, tras la economía del dato que nos lleva acompañando estos últimos tiempos. Ambas se necesitan y ambas necesitan de nosotros porque nosotros somos a la vez el producto y el cliente.

Por ahora, antes de animarnos a navegar y experimentar por ellos posiblemente lo más importante es que seamos conscientes de que hay dos tipos de metaversos: el centralizado y el descentralizado.

Los descentralizados no están controlados por ninguna empresa, son los usuarios los que deciden y controlan el futuro de su nuevo mundo; y los centralizados, como el de Meta, están dirigidos y gobernados por una empresa, que es quien marca las reglas, como pasa ahora con las redes sociales más populares que usamos.

Decentraland, The Sandbox, Somnium Space, Roblox, Cryptovoxels y Axie Infinity son algunos de los metaversos descentralizados más utilizados.

Seguimos siendo el objetivo de este nuevo gran experimento mundial. Ahora es cuestión de averiguar si como individuos somos capaces de crear un nuevo mundo, aunque sea virtual, o es pura utopía, por lo que mejor seguimos delegando la responsabilidad en los Zucherberg de turno, dioses virtuales que deciden qué es lo bueno y lo malo, y que por ahora piensan en nosotros en la medida que somos rentables, convierten nuestro comportamiento, emociones y expresiones en datos y después en beneficios.

¿Estamos preparados para tomar las riendas de nuestro propio destino confiando en el género humano sin depender de un papá virtual que nos cobije?

Se abren numerosas posibilidades que seguro nos aportarán grandes beneficios personales y profesionales pero también se nos presentan multitud de riesgos para garantizar una protección jurídica, al menos equivalente a la del mundo real, según Antonio Serrano, CEO de Spacetechies. Riesgos que tienen que ver con la fiscalidad, con la diferencia entre propiedad y posesión, con la privacidad y la seguridad de los usuarios.

Nuestros datos personales, nuestros datos sensibles, la protección de nuestra información, el ciberbullyng, la transparencia de la Inteligencia Artificial, la autenticación de los usuarios o la integridad de los contenidos son otras cuestiones sobre las que vamos a tener que reflexionar y decidir.

Este nuevo universo virtual que viene y que están creando los que ya se han aburrido del que tenemos, puede ser una nueva oportunidad para que nos evadamos de lo que nos rodea y así no tengamos que resolver los problemas que nos asolan día a día, y así seguir lanzando la pelota hacia adelante.

La guerra, la desproporcionada subida del precio de la luz, la escasez de gas, la corrupción, la desinformación, el hambre o la desigualdad no hacen de este mundo un lugar muy atractivo actualmente, pero yo soy de las que aún creen que si el ser humano es capaz de imaginar mundos fantásticos, también puede ser capaz de crearlos respetando, cuidando y valorando el planeta en el que vivimos y sacando la mejor versión de nosotros mismos”.

Conexus recomienda este artículo de opinión de Las Provincias.



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