Los motores del futuro se prueban en Valencia

Los motores del futuro se prueban en Valencia

La Universitat Politècnica inaugura un edificio para ensayar propulsores alimentados por hidrógeno, combustibles que no causan emisiones y baterías de vehículos de mayor duración y fiabilidad

Las baterías de los coches del futuro también se diseñan en la Universitat Politécnica de València (UPV). Y los motores alimentados por fuentes de energía sostenible que servirán para enterrar, en los próximos años, los propulsores tradicionales. Por ejemplo, combustibles cuya única emisión sea agua o que sean neutros en carbono, por poner algunos ejemplos que ya se están ensayando en el nuevo edificio de investigación en sistemas propulsivos del instituto CMT (Clean Mobility & Thermofluids).

Las instalaciones se sitúan en el campus de Vera y ocupan una superficie de 4.000 metros cuadrados. Aunque se han inaugurado este lunes, ya ha empezado la fase de puesta en marcha de las diferentes líneas de investigación, que jugarán un papel clave en la transferencia de conocimiento. Es decir, lo que se prueba aquí se podrá poner a disposición de la industria -no sólo la automovilística-, cada vez más enfocada hacia la sostenibilidad medioambiental por obra y gracia de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y del Pacto Verde Europeo.

«El instituto CMT lleva 40 años trabajando con los conceptos de incremento de la eficiencia y la reducción de las agresiones medioambientales en cualquier sistema propulsivo: emisiones gaseosas y particuladas, de efecto invernadero y también acústicas. Pero ahora el paradigma ha cambiado. Probablemente los sistemas propulsivos actuales desaparezcan o tengan un nicho minoritario a nivel industrial», explica José María Desantes, el director del instituto, para contextualizar el diseño y puesta en marcha del nuevo edificio.

Actualmente están en marcha o a punto de empezar a operar ocho líneas de investigación. Por ejemplo, un banco de ensayo de vehículos completos que se está utilizando para probar el funcionamiento de un eléctrico equipado con una pila de combustible alimentada por hidrógeno, cuya única emisión es agua. «Nos permite, sin salir al tráfico rodado, simular las condiciones que podríamos tener, lo que nos da una importante ventaja económica y de reducción de los tiempos de operación», añade Desantes.

Otro experimento simula la cámara de un aerorreactor que puede alimentarse con combustibles convencionales y no convencionales (gaseosos, como el hidrógeno), hay dos instalaciones de motores de combustibles neutros en carbono (biocombustibles) y también salas centradas en la electrificación, «fundamentalmente centradas en los ciclos de las baterías y los problemas que se pueden producir por su uso y abuso, como accidentes», continúa el director.

También está en marcha un túnel de viento que permite probar vehículos a escala (aéreos, como drones, y terrestres) y elementos de ingeniería civil, como paneles solares o antenas que deben homologarse en aspectos como la resistencia a fuertes rachas. El objetivo, en el horizonte de cinco o diez años, es llegar hasta las 25 salas de ensayos.

«Algunas de estas instalaciones están ideadas, proyectadas y construidas por el propio Instituto y son, por tanto, instalaciones singulares y únicas en Europa por sus características. Están preparadas para contribuir a diseñar el futuro de una movilidad más sostenible, para conseguir sistemas propulsivos más respetuosos con el medio ambiente y para avanzar en los nuevos retos que plantean los vehículos eléctricos», concluye.

El instituto CMT tiene alrededor de sesenta investigadores, 35 técnicos de laboratorio y operadores de las instalaciones y unos 80 doctorandos que están realizando su tesis, además de acoger a alumnos durante sus prácticas curriculares.

Pero su principal objetivo es fomentar la investigación básica y también la transferencia de conocimiento, lo que es clave en el cambio en el modelo de movilidad. «A largo plazo no hay muchas opciones, la única energía de movilidad debe ser la eléctrica. La discusión actual es si necesitaremos diez, quince o treinta años. Y para ello es fundamental conocer bien la física y la físico-química de las baterías y del resto de energías sostenibles», en palabras de Alain Raposo, vicepresidente ejecutivo de ACC, una alianza de empresas de los grupos Stellantis, Daimler, Total y Saft para el desarrollo de baterías para automoción, que durante el acto de inauguración ha impartido una conferencia sobre el presente y el futuro del sector.

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