13 Oct El Instituto de Biotecnología Sanitaria de la UMH aporta su grano: desarrolla antivirales contra la covid-19
Recientemente el Ayuntamiento les concedió la licencia de obras para poder transformar su actual laboratorio en un laboratorio de bioseguridad nivel 2, lo que les permitirá ahondar en distintos proyectos y desarrollar nuevos. El Instituto de Investigación, Desarrollo e Innovación en Biotecnología Sanitaria de Elche (Idibe), instalado en la Universidad Miguel Hernández (UMH) podrá empezar a experimentar con patógenos infecciosos con este nuevo espacio. Sin embargo, de forma paralela, llevan meses trabajando en algo más importante; en lo muchos de lo laboratorios del mundo luchan a día de hoy: en luchar contra la pandemia de la covid-19. En su caso, el Idibe quiere aportar su grano de arena y está trabajando desde abril para desarrollar fármacos antivirales que permitan reducir la gravedad del virus. De momento, el primer hito a corto plazo es que los centros de bioseguridad nivel 3 puedan validar sus ‘candidatos’ al fármaco.
Un salto de calidad para el laboratorio y para seguir los estudios contra la covid
Estos candidatos no son más que moléculas con las que llevan tiempo trabajando, destinando prácticamente a esta tarea todos los recursos del instituto, que son cinco grupos multidisciplinares —la parte bioinformática, el grupo de virología, biólogos moleculares que preparan los ensayos in vitro para testar los productos, después el grupo que caracterizará de forma precisa la icidencia para elegir las moléculas candidatas a antiviral— que se han implicado en esta iniciativa de forma altruista, fuera de su horario habitual del laboratorio para otros proyectos, y con los fondos propios con los que cuenta el Idibe. Hasta que no tengan el o los hipotéticos resultados positivos para un posible fármaco, de forma que tanto las administraciones públicas como las farmacéuticas vean que funciona y que por tanto hay nicho de negocio, no podrán optar a líneas de financiación para seguir con la investigación.
Como explica el director del instituto, Antonio Ferrer Montiel, catedrático en Bioquímica y Biología Molecular, este laboratorio “es fundamental para poder realizar proyectos que requieran usar microorganismos con nivel de patogenicidad 2, capacidad infecciosa; incluimos ciertas bacterias y virus tanto de humanos como animales”. El siguiente nivel, para el que calculan tener listo en dos meses una vez se adjudiquen las obras, se cambiará todo el sistema de refrigeración, se utilizarán filtros EPA, presión negativa para que cuando se abran las puertas no salga nada… Disponer de esta infraestructura amplía el tipo de proyectos que pueden realizar en el Instituto y que hasta ahora no podían. En este sentido, ya estaban realizando los mencionados estudios sobre este coronavirus, pero les permitirá seguir abordando proyectos que impliquen el análisis de muestras de covid-19.
Resultados positivos para poder acceder a mayor financiación
Hasta ahora, en el laboratorio del Idibe solo pueden trabajar con organismos no infecciosos o niveles de infección extremadamente bajos, de ahí la bioseguridad 1. Necesitan de este salto de calidad en la bioseguridad, perseguido durante años, para trabajar con microorganismos en otros estudios sanitarios, “con un laboratorio que nos permitiera trabajar con agentes infecciosos de tipo víricos”, apunta Ferrer, quien añade que “con los que trabajamos han sido virus que afectan a los peces, dentro de la acuicultura, que los ha también que generan pandemias y son tremendos en la piscifactoría, porque pueden cargarse todos, como los salmónidos”.
Actualmente, en el campo de la microbiología están trabajando con bacterias no infecciosas con proyectos diseñados para buscar nuevos antibióticos. Por ejemplo, uno de los problemas actuales en este aspecto es el de la resistencia que están desarrollando estas ante los antibióticos —las conocidas como ‘superbacterias’—. Trabajan para comprobar si sus productos, naturales o sintéticos, son efectivos. Estudios que se hacen en colaboración con laboratorios de nivel 2. Una vez tengan este, podrán aspirar a tener proyectos de este tipo más competitivos y ser más autónomos y rápidos en los procesos.
La pandemia como ‘excusa’ para avanzar en innovación
En cualquier caso, queda claro que este año la prioridad es la covid, pero para ello también se precisa de laboratorios más avanzados para no contribuir más a la dispersión —depender de otros laboratorios para analizar o validar ciertas pruebas o procesos— y que el personal que lo haga lo haga con total seguridad y sin depender de otras instalaciones. La ‘excusa’ de la pandemia “ha sido un poco el catalizador para darnos cuenta de que necesitamos estas instalaciones”, apunta el director del instituto. “Podemos contribuir, si es necesario, a la realización de PCR en diagnósticos y no colapsar centros sanitarios, como hace el Instituto Neurociencias, pero no hemos podido al no tener esta protección”, señala Ferrer.
Y obviamente, aunque ya estaban inmersos en el desarrollo de antivirales contra la covid-19, pasar a este nivel de bioseguridad les permitirá seguir contribuyendo con la iniciativa. “Con esta instalación, aunque no vamos a poder cultivar aquí el virus, porque hace falta un mínimo de bioseguridad 3, sí podemos trabajar con proteínas virales de forma segura. Hasta ahora teníamos nuestras reservas de poderlo hacer con virus atenuados, aunque que teníamos nuestras reservas, y lo prohíbo como director”, aclara Ferrer.
Antivirales para mitigar la gravedad del virus
Ahora se podrán abordar este tipo de proyectos, tanto a nivel del área de agricultura y acuicultura, con la que venían trabajando, como también con el diseño de nuevos antibióticos en el área de los virus infecciosos para humanos dentro de las limitaciones que tiene el instituto. Para los casos más infecciosos tendrán que colaborar con laboratorios de nivel 3 y 4. En el caso del coronavirus, son muchos los laboratorios que están trabajando en posibles vacunas, pero también hay otros como el Idibe, que trabajan con estos antivirales “que puedan ser coadyuvantes de las vacunas”. Ferrer apunta que tendrán su impacto, aunque ahora los científicos, gajes del oficio, están inmersos en el debate para analizar cuando salgan cuánto serán de eficaces si el virus ha mutado, por ejemplo.
“Aunque el virus mute, al hacer estos antivirales podemos tener un mayor margen de maniobra, de forma que podamos reportar resultados”. En el caso del instituto, de aquí a final de año: “Estamos utilizando fragmentos de la proteína del virus, así que contactaremos con el Centro Nacional de Biotecnología, cuando tengamos los candidatos antivirales; se los enviaremos para que los prueben en el virus”. En el instituto están realizando La parte in vitrono infecciosa y de diseño, “y cuando esté validado en los centros que tienen las instalaciones, ya podremos trabajar más centrados en lo que pudiera ser el fármaco”.
De momento, entre los grupos implicados en la investigación, señala Ferrer, hay de ‘todo’, expertos en moléculas y su diseño, tirando de un sistema bioinformático con soporte de la UMH y el departamento de Bioinformática, de forma que se priorizan los anteriormente denominados ‘candidatos’ con los que se irá ensayando durante octubre y noviembre. “Siempre en fracciones no infecciosas de las proteínas del virus”, aclara. Para finales de año esperan poder tener ya los que puedan tener una afección directa contra el virus. Una vez reciban luz verde, en el Idibe elaborarán un plan de desarrollo clínico o preclínico, siguiendo las exigencias de la Agencia Española y Europea del Medicamento.
Siguientes pasos, buscar empresas inversoras
De momento, aseveran que ya han estado en contacto con alguna empresa biotecnológica que ayude a desarrollar el futuro producto. Porque una vez den con la tecla, tendrán que buscar un partner, para crear el antiviral que ayude a atenuar la infección vírica. La idea, explica el director del centro, es que por ejemplo no se llegue al punto de que el paciente desarrolle neumonía, que están siendo algunos de los casos más comunes y graves. De esta forma se puede evitar el ingreso en las UCI. “No podremos combatir la infección total, pero si lo hace parcialmente para que el sistema inmune pueda combatirlo, ya será un éxito, de forma que reduzca el daño a la cateogría de lo que podría ser un resfriado”.
En cualquier caso, es obvio que el proceso de desarrollo de un producto así es largo y no se pueden poner plazos. Pero al ser algo ahora mismo prioritario a nivel mundial, es fácil que se acorten los plazos, como está pasando de facto con las vacunas. “Esto es lo que puede resultar atractivo a una empresa, obtener resultados en tiempos asumibles”, explica Ferrer en referencia a la posibilidad de obtener financiación. “Nosotros llegamos a donde podemos”. Si se hablara de plazos como diez años, que podría ser lo normal, probablemente este estudio quedaría descartado por la falta de retorno. Primero hay que pasar todos los estudios de seguridad y después las correspondientes fases clínicas.
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