27 Sep La inteligencia artificial valenciana ahorrará millones en salvaguardar patrimonio histórico
Un sistema valenciano de sensores para prevenir la presencia de carcoma y termitas en obras de arte, que funciona mediante inteligencia artificial y ha interesado incluso al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), permitirá ahorrar millones en salvaguardar patrimonio histórico, un gasto que solo en Europa asciende a 730 millones anuales.
Este es el objetivo del proyecto Sispatint del Instituto Tecnológico Metalmecánico, Mueble, Madera, Embalaje y Afines (Aidimme) que pretende monitorizar obras de arte como retablos, lienzos o altares, estructuras de madera en edificios históricos como mercados o iglesias, si bien también se puede utilizar en construcciones nuevas.
Un paso hacia el futuro
Para ello, Aidimme, integrado en la Red de Institutos Tecnológicos de la Comunitat Valenciana (Redit), ha diseñado una red de sensores inalámbricos que detectan la humedad, los hongos, la carcoma o las termitas mediante algoritmos de inteligencia artificial que permiten volcar los datos en plataformas en la nube o en tecnología propia de las ciudades inteligentes.
Como explica a EFE el jefe de Tecnología y Biotecnología de la Madera de Aidimme y responsable del área de I+D de Construcción en Madera, Miguel Ángel Abián, el proyecto busca “dar un paso hacia el futuro de la conservación y el mantenimiento del patrimonio artístico. La vía es el avance desde las tecnologías aisladas a la integración de todos los sistemas”.
Por ello, Sispatint utiliza una red de sensores que se pueden acoplar a las superficies de madera y pasar desapercibidos y que, mediante un fotorreceptor y un led, detectan la presencia de insectos, cuya especie, número y tamaño reconocen una serie de algoritmos de inteligencia artificial “entrenados para distinguir una termita de una carcoma y para determinar cuánto tiempo lleva una colonia asentada en la madera”.
Ahorro en rehabilitación: 730 millones en Europa
Para Abián, se trata de un objetivo especialmente importante teniendo en cuenta lo que la rehabilitación de la madera cuesta anualmente: 60 millones en la Comunitat Valenciana, 180 en España y 730 millones de euros al año en toda Europa, aunque, explica, “en países como Australia, Estados Unidos o Canadá los daños son mayores y llegan a 1100 o 1200 millones anuales”.
Sispatint persigue “evitar el uso de tratamientos que, además de ser muy costosos, repercuten negativamente en el medio ambiente”, como detalla el investigador.
Señala que “los pesticidas contaminan los sistemas acuáticos e incluso entran en la cadena alimentaria humana, pueden ser muy tóxicos para especies como los peces o las abejas y algunos de ellos incluso han sido prohibidos a nivel comunitario por su peligrosidad”.
Para evitar estos productos, explica Abián, es fundamental la acción temprana, ya que “es mucho más sencillo eliminar las termitas en un estado inicial que después de años”.
“Estos insectos son especialistas en ocultarse, porque respetan la capa superficial de la madera, de forma que el ataque muchas veces es invisible hasta que es demasiado grande”, detalla, y añade que se han “encontrado edificios que parecen estar bien pero cuyas vigas, al tocarlas, parecen de cartón”, con el consiguiente peligro de derrumbe.
Por ello, el proyecto pretende actuar con agilidad contra los factores que degradan la madera, pero no solo eso, sino que el jefe de Tecnología y Biotecnología de la Madera de Aidimme considera que la inteligencia artificial ofrece la posibilidad de “hacer un análisis predictivo, es decir, prever cómo se encontrará la madera de aquí a cinco o diez años partiendo de las condiciones actuales”.
“Si una madera se monitoriza de forma precoz, aunque no hay nada eterno en el universo, sí puede durar 600 o 700 años”, apunta Abián, quien destaca la importancia de Sispatint para aumentar la vida útil de la madera “en la línea con lo marcado por la Comisión Europea”.
Proyecto pionero
Financiado por el Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (Ivace) a través del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder), este proyecto es pionero en el mundo y ha atraído la atención de la Universidad de Melbourne y del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), cuyos investigadores “se mostraron interesados y pidieron más información sobre el sensor”.
Sispatint se ha puesto en marcha de forma piloto en la Comunitat Valenciana en edificios históricos como la Catedral de València o el Mercado Central, en barrios como el Cabanyal donde la humedad crea condiciones para la aparición de termitas, y en otros puntos de España, como el Museo Caprotti o algunos tramos de muralla en Ávila, y del extranjero, como en el Museo Vasco de Bayona, en Francia.
“La madera es el material del futuro, aunque este es un hecho que está costando que se vea en España”, lamenta Abián, y destaca las cualidades que convierten a la madera en un material ideal para la construcción de edificios, como su resistencia mecánica, su ligereza y su sostenibilidad.
Sorprendentemente, además, la madera técnica o industrial “es un aislante térmico muy bueno” y más seguro en caso de incendio: “Una estructura metálica se puede derrumbar en cualquier momento, pero en el caso de las de madera se sabe cuánto pueden durar en contacto con el fuego”.
“El principal motivo de que apenas se use la madera es su desconocimiento, que empieza en las universidades”, critica el investigador, quien celebra sin embargo que, “aunque hasta hace poco era ciencia ficción pensar en edificios de dos o tres alturas construidos a partir de madera, ahora ya se ven proyectos de algunos de siete a diez alturas”.
“Todavía no nos ha llamado nadie a Aidimme para pedir información sobre cómo construir rascacielos de madera”, admite Abián, pero confía en que sea solamente “cuestión de tiempo”.
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