10 Jun ENTREVISTA A PABLO JARILLO-HERRERO, FÍSICO VALENCIANO Y CATEDRÁTICO DEL MIT, PREMIO CONEXUS 2024
Conexus, en colaboración con CaixaBank, patrono de la fundación, galardonó el pasado jueves al físico valenciano, Pablo Jarillo-Herrero.
“Sería bueno encaminar a Valencia hacia la alta tecnología y para eso hace falta ciencia básica”. Así lo afirma el físico valenciano Pablo Jarillo-Herrero (València, 1976), catedrático Cecil e Ida Green de Física en el Massachusetts Institute of Technology (MIT). Galardonado el pasado jueves con el VIII Premio de la Fundación Conexus Madrid-Comunitat Valenciana, el científico se ha convertido en una de las caras más visibles de la investigación sobre el grafeno a nivel mundial.
Licenciado en Física en la Universitat de València en 1999, y doctorado en Física de la Universidad Tecnológica de Delft en Holanda en 2005, ha recibido galardones como el Premio Oliver E. Buckley de Física de la Materia Condensada (American Physical Society, 2020) y el Premio Wolf de Física (2020), entre una decena de reconocimientos. También fue elegido miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos en 2022 y de la Real Academia de Ciencias de España en 2023.
Jarillo-Herrero no descarta la posibilidad de que Valencia pudiera tener su propio centro de investigación vinculado al MIT y asegura que España tiene todas las condiciones para que se haga. Sin embargo, insiste en el necesario apoyo de la sociedad valenciana, de empresarios valencianos y de fundaciones valencianas, “recursos, visión y mentalidad para hacer algo grande en Valencia”, asegura. Cuestiones en las que considera que Málaga y Zaragoza están por delante. ¿Y qué recursos harían falta? “A cantidades pequeñas, se puede hacer cosas pequeñas, y a grandes, grandes. Pero estamos hablando de niveles de inversiones que no son tan elevados”, asegura.
– ¿En qué punto se encuentra actualmente su investigación en materiales cuánticos y concretamente, sobre el grafeno?
– Este campo se está agrandando muchísimo. Muchísimos grupos están investigando y nuevos grupos se unen cada vez. Y una de las cosas que estamos haciendo, que precisamente ha salido hace unas horas en la revista Science, es descubrir que utilizando estos materiales bidimensionales y jugando con el ángulo de rotación podemos hacer unos materiales que se llaman ferroeléctricos. Un material de este tipo tiene un campo eléctrico permanente, que se puede orientar hacia arriba o hacia abajo, y eso los hace muy importantes para todas las aplicaciones modernas en nanoelectrónica.
Incluso hemos descubierto recientemente que podemos hacer el material ferroeléctrico más fino, que dura más, que vaya de arriba a abajo trillones de veces cuando otros materiales se fatigan. Y además, es muy rápido. Eso es algo de lo que la gente se queda muy sorprendida, porque normalmente lleva décadas conseguir ese rendimiento en los materiales. Al probarlo, vimos que funcionaba muy bien y están entusiasmados.
– Este tipo de descubrimientos cuesta llevarlos al uso real.
– Eso es lo normal. Cuando el primer transistor se hizo en los años 40, pasaron 40 años hasta que teníamos ordenadores en casa y de los malos. Luego pasaron diez hasta que avanzamos y otros 10 ó 15 hasta que tuvimos teléfonos móviles. Es muy normal que, desde que se hace un descubrimiento científico, sobre todo muy disruptivo, pasen décadas hasta que la industria se reajusta, piensa en qué podemos hacer con ello y le encuentran una utilidad.
“ES MUY NORMAL QUE, DESDE QUE SE HACE UN DESCUBRIMIENTO CIENTÍFICO MUY DISRUPTIVO, PASEN DÉCADAS HASTA QUE LA INDUSTRIA SE REAJUSTA”
Muchas veces, buscamos algo y lo encontramos. Pero cuando hay un descubrimiento que no te lo esperas, entonces es muy diferente y toca pensar. Cuando Michael Farady descubre la electricidad en Inglaterra -los electrones y las corrientes eléctricas- no tenía ni idea de para qué servía. Le llevaron a la Cámara de los Lores, le preguntaron y él dijo que no tenía ni idea, pero que un día cobrarían impuestos por ello. Y eso fue hace 200 años.
Cuando se inventa algo nuevo, a los científicos lo que les motiva es la curiosidad intelectual. Del comportamiento de la materia, del porqué ocurre algo, del porqué se da un fenómeno. Luego, en muchísimas ocasiones, esto lleva a revoluciones tecnológicas. Pero lleva mucho tiempo. Tienes que recolocar toda la industria y ver qué permite hacer que no se pudiera estar haciendo hasta ahora.
– Hablaba de semiconductores, un sector que está en auge. ¿Se van a acercar a compañías?
– Ocurre dos cosas. Esto que hemos hecho, que está basado en algo que descubrimos hace tres años, es investigación básica. Podemos hacer uno, dos o tres dispositivos, pero la industria necesita 1.000 millones. Aún no tenemos esa tecnología para generar la escala, porque es muy nuevo. Pero por ejemplo, estoy trabajando en un proyecto con Samsung y esponsorizan este tipo de investigación porque saben que, aunque no lo puedan poner mañana en sus dispositivos, en una década o dos puede formar parte de transistores más avanzados. Por parte de Samsung han tenido esta visión de invertir en ciencia básica. Saben que no va a dar un rendimiento inmediato en sus cuentas, pero les puede dar su ventaja competitiva en las próximas década.
– ¿Y se tiene esta visión por parte de las empresas europeas o es más cosa de las americanas?
– En el caso de Samsung es coreana, pero también tengo proyectos con fundaciones privadas americanas. En Europa hay parte de esta mentalidad, pero en mi opinión son más conservadores. No se arriesgan tanto con ideas muy disruptivas y tienden a tener menos confianza en la gente joven. Siempre digo que se apueste por la gente joven. Suelen tener más energía, más gana de trabajar, más tiempo e ideas más disruptivas. ¿Qué es lo peor que puede pasar por apostar por la gente joven? ¿Qué se gaste algo de dinero? Normalmente, esa apuesta da mucho rendimiento a largo plazo.
– En España, ¿existe investigación sobre materiales cuánticos?
– Existe algo de investigación en este campo. Mucho a nivel teórico, un poco menos a nivel experimental. Pero hay un grupo bueno en el Instituto de Ciencias Fotónicas en Castelldefels (Barcelona). También hay un grupo bueno en el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Madrid. Están surgiendo cada vez más. Hace poco le han dado un proyecto europeo importante a una persona en San Sebastián. Esta semana, de hecho, en mi grupo de MIT hemos organizado un workshop de entrenamiento a estudiantes de todo el mundo sobre estos dispositivos. Y, entre ellos, vienen varios españoles de Madrid y Valencia, y otras partes de España. Es algo nuevo, pero muy interesante.
– ¿Y podría montarse un centro de investigación básica de este tipo en València?
– Sí, pero para eso necesitamos el apoyo de la sociedad valenciana, de empresarios valencianos, de fundaciones valencianas, porque sino, no se pueden hacer las cosas. Hacen faltas tanto recursos, como visión y mentalidad para hacer algo grande en València. Y en esto, creo que València no se está poniendo las pilas tanto como otras ciudades españolas. Están pasando muchas cosas en Madrid y Barcelona, por supuesto, porque son ciudades mucho más grandes. Pero también en Málaga y Zaragoza. Todos hemos oído hablar de las inversiones de Google en Málaga, Amazon en Zaragoza, y València tiene características geográficas, naturales y de cultura para traer talento internacional del máximo nivel.
“VALÈNCIA TIENE CARACTERÍSTICAS GEOGRÁFICAS, NATURALES Y DE CULTURA PARA TRAER TALENTO INTERNACIONAL DEL MÁXIMO NIVEL”
Me gustaría que en València hubiera esa visión de la sociedad valenciana, de los empresarios y de las fundaciones de hacer que València sea un centro de ciencia y tecnología, además de ser una ciudad muy bonita, con mucho turismo, y con empresas más industriales de sectores más tradicionales. Sería bueno encaminar a València hacia la alta tecnología y para eso, hace falta unos cimientos de investigación en ciencia básica fuertes.
– ¿Y qué recursos harían falta?
– Las cantidades dependen de lo que uno quiera hacer. A cantidades pequeñas se puede hacer cosas pequeñas, y a grandes, grandes. Pero estamos hablando de niveles de inversiones que no es que sean tan elevados. España tiene un plan de Perte chip entre 12.000 y 20.000 millones de euros, depende de con quién hables. Y por lo que tengo entendido, no saben muy bien en qué gastarlos, para simplificar. Pues si enviaran 1.000 millones a València, Barcelona, Zaragoza, Madrid y Málaga, se montan cinco centros de investigación en materiales avanzados increíblemente buenos y aún te sobran 13.000 millones.
“¿POR QUÉ SI TENEMOS ESA AMBICIÓN PARA LOS DEPORTES, PARA LA GASTRONOMÍA, NO LA TENEMOS PARA LA CIENCIA?”
Hace falta ambición. Hoy me he enterado de que el restaurante número uno del mundo es español, el dos español, el cuarto español. Esta semana pasada, quedó claro que el mejor equipo del mundo en fútbol, es español. Por qué si tenemos esa ambición para los deportes, para la gastronomía, ¿no la tenemos para la ciencia? ¿Porque no hay ninguna universidad española entre las 100 mejores del mundo? Hay otros países muchos más pequeños como Singapur, que tiene dos entre las mejores 30. Suiza tiene varias y Holanda. ¿Por qué España no? No hay ninguna razón objetiva. Es una parte de recursos y, casi más importante, falta de ambición y mentalidad. Somos tan buenos, listos y trabajadores como alemanes, japoneses o americanos y solo falta hacerlo, como lo hacemos en gastronomía o fútbol. Aún continúan las secuelas de 40 años de dictadura, de que entramos tarde en la revolución industrial como país.
– ¿Crees que el MIT podría poner en marcha en València un centro?
– MIT ha ayudado a muchos países a hacer cosas, y hay mucho interés. La comunidad española allí es muy grande y España es el país favorito para hacer proyectos internacionales de MIT, tanto de profesores españoles como americanos. Los estudiantes de MIT en prácticas vienen a España como un destinatario principal. España reúne todas las condiciones para que se haga un proyecto importante con MIT, pero de nuevo hace falta mucho apoyo de la sociedad valenciana, española y de los empresarios. Aunque es cierto que el sector público puede contribuir mucho, a menudo el nivel de burocracia, que hoy en día se tiene en España para hacer cosas de manera ágil es un poco elevado. Entonces, sería muy importante que el sector privado contribuyera de forma mayoritaria para hacer un proyecto importante con MIT.
– ¿Cómo repercutiría un centro de este tipo tanto en la sociedad valenciana como en el empresariado valenciano?
– Tienen que tener visión a largo plazo. Un centro de investigación de alto nivel, de investigación básica, pero también con la idea de hacer transferencia tecnológica como hace MIT. El instituto hace cada año más patentes que todas las universidades de España juntas. Y crea más empresas que todas las universidades juntas cada año. Lo más importante es tener capital humano, de calidad. Y si consigues eso, todo lo demás sigue. Entonces, tener un centro de alto nivel que colabore muy fuertemente unido MIT eso atrae capital humano de alta calidad y todo lo demás viene. Aplicaciones, empresas, empresas más grandes que ven que, si MIT se fía de España, ¿por qué no empresas más grandes? Eso es una cosa que no siempre aprecia.
Tengo entendido que se están dando ciertas dificultades para atraer a empresas de semiconductores a España porque no hay esa tradición. Porque no hay tantas empresas de alta tecnología como en otros países. Pero si dices, la mejor universidad tecnológica del mundo se fía de que España tiene potencial, a lo mejor nosotros también deberíamos pensarlo. Hay multitud de ventajas de asociarse con MIT para hacer algo grande, pero las empresas, los gobiernos y la sociedad tiene que tener esa visión y ambición. Sé que es arriesgado y difícil pero, ¿Qué es lo peor que puede pasar?.