China construirá la ‘ciudad a velocidad humana’ del arquitecto Guallart

China construirá la ‘ciudad a velocidad humana’ del arquitecto Guallart

El creador valenciano construirá en la nueva área de Xiong’an, próxima a Pekín, una ciudad digital reindustrilizada y autosuficiente desde el punto de vista energético

El primer barrio autosuficiente de las futuras ciudades digitales reindustrializadas se construirá antes de dos años en la nueva área de Xiong’an, próxima a Pekín (China), de la mano del arquitecto valenciano Vicente Guallart, afincado en Barcelona desde 1992.

Su proyecto, ganador del concurso internacional promovido por la nueva ciudad china, contiene una serie de conceptos que transforman por completo la urbe desarrollada durante el siglo XX. Guallart ha plasmado en cuatro manzanas un nuevo modelo urbanodonde las personas vivirán, trabajarán y descansarán en el entorno de su vivienda. Para él está muy claro: “La ciudad del futuro producirá muchas más cosas localmente y estará conectada globalmente”. Serán ciudades digitales y, sobre todo, mucho más ecológicas y sostenibles.

Trabajar la madera, los espacios verdes, la energía limpia son conceptos que se entrelazan en el proyecto de Guallart. “La pandemia impactó muchísimo. Nos condujo a transformar nuestros hogares en microciudades donde trabajamos, vivimos y educamos a los niños. A partir de aquí, y en pleno confinamiento, deducimos que las viviendas tenían que ser más flexibles, incorporar espacios abiertos al exterior y otros que pudieran acoger tanto personas teletrabajando como a los más mayores o el juego de los niños”, explica.

El proyecto concebido para China representa la arquitectura de un nuevo modelo de barrio. El conjunto está pensado para poder producir alimentos, energía y también objetos de uso diario, a partir de la ‘mini industria’ digital equipada con impresoras 3D situadas en las plantas bajas de los edificios.

Por otra parte, los bloques de viviendas están cubiertos por invernaderos que permiten producir alimentos para el consumo diario y que utilizan las cubiertas inclinadas para obtener energía limpia. “La idea se enmarca dentro de lo que denominamos barrios productivos a velocidad humana: vamos a pie a trabajar, compramos en la esquina y tenemos impresión 3D en el mismo edificio”, explica Guallart, que añade que Barcelona es un modelo para este tipo de construcción porque el 31% de la población se dirige a pie a su trabajo y cada barrio cuenta con escuelas, mercado, centro de salud y biblioteca. “Ahora ya son barrios a velocidad humana, que podemos reconvertir en autosuficientes”.

Guallart propone un modelo de vida como las capas de las cebollas: equipamientos de edificio, de barrio, de ciudad y globales. “Lo esencial del día a día lo deberías tener a 15 minutos de tu lugar de residencia, algo que en parte tiene Barcelona y también lo está haciendo París”, explica. Todas las viviendas del proyecto de China cuentan con una amplia terraza orientada al sur, que actúa como un regulador térmico, donde se puede jugar y descansar. Además, alojan espacios para teletrabajar y están conectadas con redes 5G, lo que facilita crear redes sociales a escala de barrio para el intercambio de recursos.

El principal material de construcción es la madera, “el hormigón del siglo XXI”, puntualiza. En las cuatro manzanas se siguen los principios de la nueva bioeconomía circular. En ellas se mezclan viviendas familiares, residencias de gente joven y de mayores, oficinas, una piscina pública, tiendas, un mercado, una guardería, un centro administrativo y un parque de bomberos.

Y las fábricas, ¿donde las sitúa Guallart? “Este es el gran reto de las grandes ciudades. El modelo dormitorio ya no es válido. Defendemos el concepto de la reindustrialización digital de las ciudades, la introducción de la impresión 3D en los barrios y, contrariamente a lo que ocurrió en el siglo XX, que se distinguió por expulsar la industria de las urbes, en el nuevo modelo de ciudad, los nuevos polígonos estarán integrados en ellas”.

Pone como ejemplo el barrio del 22@ de Barcelona, donde viviendas, despachos y fábricas se sitúan en sus manzanas. “Nos dirigimos hacia aquí”, insiste, y asegura que “hemos de respetar que la industria vuelva a ocupar su espacio dentro de la ciudad, una industria limpia, porqué ahora ya es posible”.

Trabajan el concepto de biociudad, “la fusión de bosques y urbes, porqué son espacios urbanos que fomentan la vida”. Y concluye de manera clara: “Hemos de reconocer que en el siglo XX nos equivocamos bastante”.

Sin embargo, adaptar el nuevo concepto de autosuficiencia a las ciudades ya edificadas no será tarea sencilla ni rápida. “Nos quedan unos 20 años para llegar a vivir de esta manera, pero hay que tener en cuenta que los grandes cambios se producen cada dos generaciones”, puntualiza. Propone, como primer paso, utilizar los terrados de los edificios para instalar energía limpia y poner en marcha el blockchain para guardar la sobrante o compartirla en la red. “El 80% de los tejados construidos son cubiertas planas, ideales para barrios que sufren pobreza energética”.

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