Las ‘fake news’ más tóxicas e impunes de los últimos años

Las ‘fake news’ más tóxicas e impunes de los últimos años

El documental Posverdad: Desinformación y el costo de las fake news (HBO), explica a través de testimonios de periodistas, profesores de universidad, víctimas y asesores políticos de diferente ralea, los casos más sonados de noticias falsas creadas, tanto desde el lado republicano como del demócrata en los Estados Unidos, desde justo antes de las elecciones en las que Trump fue elegido presidente hasta su intento de destitución. Y cómo estas siguen circulando con total impunidad.

 Las noticias falsas no son nada nuevo aunque esté de actualidad su terminología (en inglés fake news). La diferencia es que ahora se difunden con extrema rapidez, en forma de tela de araña, a través las redes sociales, webs, blogs y foros, para después ser apuntalados por la radio y la televisión. ¿Cómo detener el chorreo de bulos que se difunden tanto allí como en nuestro país? En este documental, que es más bien un reportaje periodístico, plantean estas interrogantes pero lamentablemente estas quedan sin respuesta. La conclusión, por tanto, es desalentadora: la estrategia de comunicación a base de fabricación de bulos en los medios sociales continúa su escalada y todavía no se ha encontrado una fórmula para ponerle freno.

Aunque solo sea como material expositivo, el trabajo de Andrew Rossi (Page One: Inside the New York Times) no deja de ser interesante por profundizar sobre cómo surgen algunas teorías conspiranoicas que terminan en histeria colectiva o cómo se fabrican noticias a medida para favorecer o debilitar a determinado candidato político. Unas veces con éxito y otras de manera tremendamente chapucera.

Las noticias falsas existen desde que existe la propaganda. Uno de los primeros fabricantes de noticias falsas, por ejemplo, fue Ramsés II, un faraón egipcio del siglo XIII A.C. que luchó contra el Imperio hihita en la batalla de Qadesh. Ramsés luchó pero no ganó. El combate se quedó en tablas con un acuerdo de tregua entre ambos imperios. Sin embargo, el faraón egipcio volvió a su tierra celebrando la “victoria” por todo lo alto. Dedicó monumentos en honor a la contienda. Por entonces no existían Jiménez Losantos, Eduardo Inda ni OKDiario, así que los monumentos eran el reclamo ideal para reescribir la historia.

Si en la Edad de Bronce ya se podía dar la vuelta a una noticia, imagínense ahora. La diferencia estriba en que ahora hemos sofisticado la forma de exhibir una victoria cuando no la hay, sabemos cómo lanzar globos sonda para que se preste menos atención a otras noticias más delicadas o atraemos a la audiencia a base de polémicas vehementes que favorecen comercialmente un clic o un espectador y, ya de paso, destrozan la carrera política de alguien.

La distorsión de la realidad es un mecanismo de defensa del ser humano. Cada uno tiende a mostrar una visión de sí mismo que no es igual que la que ven los demás de él. Como colectivo, por tanto, la perspectiva se multiplica exponencialmente. La diferencia estos últimos tiempos tiene que ver con tecnología, que favorece la difusión y da voz al ciudadano. El famoso prosumer. Nadie había caído hasta entonces que entre ellos  también puede haber fanáticos.

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